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Cuento "El Jardín Emocional", una metáfora sobre nuestras emociones y como las gestionamos

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Imagina que eres el dueño de un hermoso jardín. Pero en lugar de cuidar tu jardín, te pasas todo el día mirando y admirando los jardines de tus vecinos. Te preocupas tanto por cómo se ven sus jardines, que te olvidas de atender el tuyo.

Con el tiempo, tu jardín comienza a marchitarse. Las flores se desvanecen, las hojas se caen y las malas hierbas empiezan a crecer. Pero tú sigues obsesionado con los jardines de los demás, sin darte cuenta de que tu propio jardín está en ruinas.

Este jardín es una metáfora de tu vida emocional. Cuando te orientas demasiado hacia el exterior, te preocupas por lo que los demás piensan y sienten, te desconectas de tus propias emociones y necesidades. Al igual que el jardín descuidado, tus emociones pueden empezar a marchitarse si no les prestas atención. Pero al volver tu atención hacia adentro y empezar a cuidar tu "jardín emocional", puedes empezar a florecer de nuevo.

Mientras tu jardín languidecía, un día un sabio vecino notó tu preocupación constante por los jardines ajenos. Se acercó y te dijo con gentileza: "¿Has notado el estado de tu propio jardín?" Al principio, te sentiste confundido y un poco avergonzado, pero luego decidiste echar un vistazo más detenido a tu jardín descuidado.

Fue entonces cuando te diste cuenta de que tu jardín, aunque descuidado, aún tenía potencial. Empezaste a limpiar las malas hierbas, a regar las plantas sedientas y a podar las ramas muertas. Día tras día, dedicaste un poco de tiempo a cuidar tu jardín, y con cada día que pasaba, veías cómo iba recuperándose lentamente.

A medida que tu jardín comenzaba a florecer, algo en tu interior también empezó a cambiar. Comprendiste que al igual que las plantas necesitan agua y cuidados, tus emociones y tu bienestar también necesitan atención y cuidado. Dejaste de preocuparte tanto por los jardines de los demás y comenzaste a disfrutar más del proceso de cultivar y cuidar el tuyo.

Con el tiempo, tu jardín se transformó en un lugar de belleza y armonía, reflejando el cambio que había ocurrido en tu interior. Aprendiste que, aunque es bueno inspirarse en los demás, lo más importante es cuidar y valorar lo que uno tiene.

El jardín, una vez marchito y descuidado, se convirtió en un símbolo de tu crecimiento y desarrollo emocional. Te diste cuenta de que al cuidar tu jardín emocional, no solo mejorabas tu propio bienestar, sino que también te convertías en una inspiración para aquellos a tu alrededor. Y así, en el acto de cuidar tu propio jardín, encontraste una profunda satisfacción y paz interior.

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