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Rubén Martín

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Rubén Martín

Quizá al entrar en esta sección sobre mí esperas de primeras que te impresione con mis éxitos. 

Que muestre detalles de cómo he transformado los resultados de personajes públicos, del mundo del deporte, conferenciantes y de algunos escritores más reconocidos del panorama nacional.

Estoy muy orgulloso de lo que he conseguido y te lo mostraré más adelante, pero no siempre todo me ha ido tan bien: he tenido momentos de fracaso, de reinvención. He vuelto a la casilla de salida en varios momentos de mi vida profesional. 

Puede que en este momento puedas sentir algo parecido. 

Por eso, si algo va conectado a mi propósito son los viajes de transformación, así que te contaré el mío propio. En el mismo, tendrás algunas pepitas de oro que podrás aprovechar para ti mismo. 

Si lees hasta el final, te llevarás sin duda un lingote, porque te voy a revelar cuál ha sido la mayor clave en mi cambio. La que me ha llevado hasta el momento actual, donde tengo unos resultados exitosos que hace poco ni imaginaba que fuesen posibles

La buena noticia es que además ese conocimiento está ahora a tu disposición en diferentes métodos para que tú realices tu transformación en muchísimo menos tiempo que yo a través de tu Marca Personal

Así que, si me lo permites, te cuento mi historia.

MI CAMINO EMPRENDEDOR EMPIEZA HACE MÁS DE 16 AÑOS

Siempre me ha gustado mucho dibujar y mis estudios iban dirigidos a las Bellas Artes. Justo antes de acceder a la carrera, encontré algo que encajaba todavía más conmigo: diseño gráfico por ordenador. Dibujar y ordenadores, las dos cosas que más me gustaban en ese momento unidas. Eran finales de los 90, con lo cual toda esa área era muy novedosa, al igual que el de las páginas webs.


Inicié mi carrera profesional en una pequeña empresa maquetando CDs interactivos y webs. El sueldo era bajo y el ambiente no era bueno. Además, yo quería crecer


Y empecé a sentir la frustración.


En aquel momento, me encontré con una lectura que activó algo en mi interior


Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” de Dale Carnegie, llegó a mis manos en el mejor momento. Fue revelador. No solo por las enseñanzas, sino porque despertó en mí un deseo ardiente que me hizo replantearme mi vida por completo.


Decidí crear mi propia agencia de publicidad y de diseño gráfico.


MI PRIMER EMPRENDIMIENTO Y CÓMO NO VENDER

Tenía 24 e invertí todos mis ahorros en comprar mi primer ordenador, un eMac, e inicié mi primer negocio desde el piso de mi madre en una habitación compartida con mi hermano.


Conseguí relativamente rápido los primeros clientes: ayuntamientos, instituciones, grandes plataformas, personas reconocidas por su ámbito profesional y empresas de todo tipo.

No tenía problemas en vender mis servicios como diseñador gráfico. 


Eso era fácil. 


Lo más complicado sucedía cuando intentaba vender páginas web, a nivel de PYME. 


En EE.UU. ya estaban despuntando con el “.com”, pero en España, en aquella época, aún se desconocían sus posibilidades. Aquel era el principal reto.


Yo entendía que todo el mundo necesitaba tener una web, sí o sí. Ese era mi único argumento.


No preguntaba qué necesitaban, yo les quería vender una web porque era bueno para ellos y punto.


Ahora me doy cuenta de que no dominaba la venta empática, donde lo primero que haces es enfocar tu atención en conocer todas las carencias y necesidades de la persona con la que te reúnes. 


Después, y siempre actuando con total sinceridad, identificar en qué puedes ayudarle y cómo hacerlo. Es entonces cuando le ofreces tus servicios o los de alguien allegado, que pueda darle la solución que necesita.

MI PRIMER CIERRE DE NEGOCIO Y EL SÍNDROME DE LA RANA HERVIDA

Pasados unos años conocí a una empresa que organizaba eventos en todo el País Vasco y a través de ella me llegó mucho trabajo durante los siguientes años. Acabaron suponiendo el 80% de toda mi facturación.


Me iba bien, ganaba dinero y siempre tenía trabajo a través de esa empresa, así que… ¿para qué más? Ese fue otro error.

No sé si has oído hablar del síndrome de la rana hervida: Si lanzas una rana a una cazuela con agua hirviendo, salta inmediatamente fuera para huir del peligro.


Sin embargo, si metes a la rana en agua tibia que luego se lleva a ebullición lentamente, no percibe el peligro y se cuece dentro hasta la muerte.


Eso me pasó a mí.


En el año 2012 esta empresa me comunica que sus patrocinadores habían recortado los presupuestos y por tanto ya no tenían dinero para pagar mis servicios.


No solo se me cayó mi principal cliente, sino que también se me cayó el alma a los pies. Estaba de nuevo en el punto de partida y encima, me había quedado obsoleto. Además, parecía que ahora todo el mundo sabía hacer una web.


Me vi perdido, fuera del mercado. Me había acomodado a una situación que yo consideraba estable.


Entré en declive



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